Crónica Canarias.

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"Niñas que normalizan el maltrato infantil: un ciclo de violencia de género"

La trata de personas, una de las formas más insidiosas de violencia que afectan a las mujeres, sigue siendo una preocupación que agrava el ya complejo problema de la violencia de género en nuestra sociedad. Los cuerpos policiales están trabajando incansablemente para desmantelar las redes implicadas en este delito aberrante, que explota a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Este esfuerzo de las fuerzas del orden es fundamental para proteger a las más desfavorecidas y lograr una sociedad más justa.

En Las Palmas de Gran Canaria, la psicóloga forense Sabrina González ha sido reconocida por su incansable lucha contra la violencia de género, recibiendo la prestigiosa Menina 2024 de la Delegación del Gobierno. A través de su trabajo en un centro de atención a víctimas, ha observado un patrón alarmante: muchas de las mujeres que buscan ayuda han sido víctimas de maltrato desde la infancia, un ciclo que se perpetúa y que ellas tienden a normalizar como parte de su vida cotidiana.

González, quien se dedica altruistamente a colaborar con el Juzgado de Violencia sobre la Mujer en la región, se centra en aquellas mujeres más vulnerables, a quienes considera su "cuota cero". Este término refleja la urgencia y la gravedad con que aborda cada caso, dado que muchas de estas mujeres carecen de recursos básicos y apoyo emocional. Su enfoque resalta la importancia de identificar las dinámicas familiares en las que el maltrato ha sido una constante, permitiendo que las víctimas confundan el abuso con amor.

"Cuando crecemos rodeadas de gritos, insultos y humillaciones en el hogar, asimilamos que esa es la forma en que se expresa el amor", sostiene la psicóloga. Este ciclo de maltrato, aprendido en la infancia, puede perpetuarse en la vida adulta si no se interrumpe a tiempo. La falta de recursos de los Servicios Sociales complica aún más la intervención en casos críticos, lo que diagrama un escenario de emergencia que exige atención inmediata.

El papel de González no se limita al ámbito psicológico; una vez que toma contacto con la víctima, su trabajo inicia con la contención emocional, esencial para estabilizar a mujeres que han vivido experiencias traumáticas y que, frecuentemente, llegan a su consulta con un alto grado de ansiedad y miedo. Su tarea incluye ayudarles a reprocesar cada episodio de violencia que han sufrido y ofrecerles acompañamiento durante el proceso judicial, un camino que a menudo reabre viejas heridas, pero donde les proporciona herramientas para afrontar los desafíos que se avecinan.

En un contexto más amplio, la labor de las fuerzas de seguridad es igualmente crucial. El subinspector Raúl Santamaría, de la Comisaría de Policía Nacional en La Laguna, también reconoció su aporte en el mismo evento. Santamaría apeló a la responsabilidad ciudadana, instando a los testigos de situaciones de potencial delito a no permanecer inactivos. La intervención de la comunidad puede ser vital, y una simple llamada al 112 podría marcar la diferencia en la vida de una víctima.

Respecto a la trata de personas, el secretario de la Unidad Central de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF), David Martínez Ibor, subrayó que su unidad se enfrenta a retos significativos. Con grupos específicos dedicados a desmantelar redes de trata, tanto de Sudamérica como del resto del mundo, su trabajo es arduo y complejo. La legislación vigente presenta obstáculos que dificultan el éxito de las investigaciones y la obtención de condenas. Sin embargo, estos profesionales están comprometidos con su misión.

Martínez Ibor explicó que su labor abarca no solo la trata sino también la coacción que sufren muchas mujeres, un fenómeno que se produce en situaciones donde no hay tráfico de personas, pero sí explotación sexual. Estos delitos, por su naturaleza transnacional, requieren una colaboración internacional robusta para poder ser investigados adecuadamente y llevar a los culpables ante la justicia. Muchos de estos delitos comienzan en los países de origen y concluyen en otras naciones, a menudo involucrando a las víctimas en una red de explotación que las pueden llevar a una vida en condiciones inhumanas.

La UCRIF pone énfasis en la detección de víctimas, un aspecto esencial que muchas veces se convierte en la piedra angular de sus investigaciones. "Si no podemos identificarlas, no hay posibilidad de avanzar", argumentó Martínez Ibor. Al identificar a una víctima, se pueden iniciar las gestiones adecuadas para desmantelar la red detrás de sus sufrimientos, en un marco donde también se prioriza la seguridad y el bienestar de las víctimas. La colaboración con organizaciones no gubernamentales es crucial en este sentido.

En términos de estadísticas, el inspector señaló que el número de casos de trata detectados en Canarias ha mantenido una dinámica constante, con un alto porcentaje de víctimas provenientes de Colombia y Venezuela. Esta situación contrasta con el pasado reciente, donde se había documentado un número significativo de inmigrantes procedentes de África, especialmente de Nigeria. La lucha contra la trata de personas y la violencia de género sigue siendo un tema prioritario que exige atención y colaboración en todos los niveles de la sociedad.