En la madrugada del jueves 14 de noviembre, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) reportó la detección de un notable 'enjambre sísmico' en la región suroeste de Pico Viejo, en la isla de Tenerife. Este fenómeno, que ha suscitado preocupación entre los residentes, incluyó un asombroso total de al menos 500 temblores, continuando la tendencia observada en episodios sísmicos anteriores ocurridos en los últimos años, específicamente en octubre de 2016, junio de 2019 y en junio y julio de 2022.
La serie sísmica se inició con una decena de terremotos que presentaron magnitudes inferiores a 1.1, situándose a profundidades oscile entre los 8 y 12 kilómetros. Estos pequeños temblores fueron seguidos por señales de larga duración que no mostraron fases sísmicas definidas, pero que poseían un alto contenido frecuencial. Posteriormente, la actividad sísmica se intensificó, generando una prolongada cadena de eventos de magnitud similar que sucedieron en intervalos casi regulares, describiéndose como un 'repique de tambor', tal como señaló el IGN en su comunicado oficial.
Es importante señalar que, dado el bajo nivel de los parámetros sísmicos observados, los pequeños terremotos no han podido ser localizados con la precisión necesaria para ser incluidos en el catálogo oficial del IGN. Este aspecto subraya la naturaleza de la actividad sísmica, que aunque sea detectada automáticamente por los sistemas del instituto, carece de la calidad de localización adecuada para un registro oficial y detallado.
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