El jefe de la Oficina de Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, José Ignacio Torreblanca, ha manifestado su preocupación por el estado de la democracia. Según él, la democracia no solo está en crisis, sino que ha estado retrocediendo durante los últimos 18 años tanto en términos de cantidad como de calidad. Torreblanca señala que esta erosión abre la puerta a movimientos populistas y nacionalistas que no creen en el orden multilateral y consideran que las reglas abiertas y las instituciones democráticas limitan la soberanía de los estados. Estas ideas son calificadas como "estereología del globalismo" y "ideología liberal globalista".
En una conferencia titulada "El nuevo desorden global y su implicación para Europa y sus empresas", organizada por La Provincia y patrocinada por la Cámara de Comercio de Gran Canaria, Torreblanca ha señalado que cada vez más personas han perdido la confianza en la democracia. En particular, destaca el aumento significativo en el número de personas que solo consideran legítimas las elecciones cuando su partido gana. Según el ponente, cuando se les pregunta a aquellos que han perdido las elecciones si el gobierno ganador es legítimo, su respuesta es negativa.
Actualmente, el mundo se enfrenta a un problema de aceptación de la democracia por parte de los perdedores en muchos países, desde Estados Unidos y Brasil hasta la mayoría de los países europeos. Esta polarización extrema está generando divisiones y trincheras políticas, evitando el necesario cruce de líneas y la búsqueda de consensos en el centro político. La estrategia de evitar la alternancia en el gobierno tiene como objetivo mantener a los gobernantes en el poder y crear una dinámica de polarización en la población.
Torreblanca también ha destacado el impacto negativo de las redes sociales en la democracia. Aunque en un principio se pensaba que las redes sociales podrían ser una herramienta para fortalecer las democracias, se ha demostrado que las dictaduras han sido más eficaces en utilizarlas para controlar a sus ciudadanos y debilitar las democracias a través de la desinformación y la interferencia en los espacios públicos. Esto se ha observado claramente en eventos como el Brexit, las elecciones en Estados Unidos que llevaron a la victoria de Trump y en las elecciones europeas, donde la desinformación ha debilitado la confianza de los ciudadanos en sus sistemas políticos.
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